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Políticas digitales en educación en América Latina: Tendencias emergentes y perspectivas de futuro

Pays
Argentine
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Sources
UNICEF
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Date de publication
Origine
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Par Ángeles Soletic y Valeria Kelly

RESUMEN EJECUTIVO

El presente estudio exploratorio tuvo por propósito recopilar y analizar las principales respuestas TIC en educación que fueron desplegadas a nivel nacional por un grupo de países de América Latina: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay. Si bien se parte del reconocimiento de lo extraordinario del contexto, este esfuerzo de identificación y sistematización apunta a capitalizar los aprendizajes y las nuevas capacidades instaladas en el escenario de la enseñanza remota y a fomentar en prospectiva el desarrollo de políticas digitales que permitan flexibilizar los modelos educativos, con el fin de hacerlos más inclusivos e integrar a la escuela en la cultura digital desde un enfoque de derechos.

Las respuestas de los Estados nacionales deben leerse en función de las trayectorias nacionales previas: algunos casos apuntaron a revitalizar las políticas de inclusión digital que se encontraban relegadas respecto de otras áreas prioritarias (Argentina y Chile); en otros casos se apuntó a acelerar y profundizar las políticas vigentes (Colombia, Costa Rica y Uruguay); y en otros países, se trató de sostener las líneas de acción que estaban vigentes antes de la pandemia (México). Más allá de la heterogeneidad que presentan los casos analizados, el estudio revela que los países que abordaron de manera más eficiente el desafío de la migración hacia la virtualidad fueron aquellos que ya contaban con una política de inclusión digital educativa consolidada y sostenida en el tiempo. Las respuestas más novedosas encontraron su forma durante 2020 y en la primera parte de 2021. Contrariamente, se advierte una desaceleración preocupante de las políticas TIC en la etapa de desconfinamiento.

La brecha de acceso a las tecnologías digitales fue, en toda la región, uno de los principales obstáculos a sortear en el marco de la pandemia. Frente a este problema, se desarrollaron diversas iniciativas en busca de mejorar las condiciones de acceso a los dispositivos y a la conectividad, durante el bienio 2020-2021. En efecto, se trató de acciones especialmente destinadas a los grupos vulnerables. En la misma línea, se ubica la estrategia multimodal de distribución de los recursos que implicó la construcción de una nueva ecología de medios. El alcance de estas iniciativas de coyuntura resultó, sin embargo, insuficiente: el escenario reveló que la brecha de acceso sigue abierta y es muy profunda. Una vez más se ha puesto en evidencia que las políticas de acceso constituyen la condición necesaria para el desarrollo de las políticas de inclusión digital educativa en la región.

Desde este marco, es posible identificar tendencias emergentes a tomar en cuenta para el próximo período, incluyendo algunas consideraciones importantes en relación con la implementación. Algunas novedades se encuentran relacionadas con la apropiación y el uso significativo de las tecnologías. En este sentido, se destacan la ampliación y sistematización de la oferta de contenidos educativos digitales, la diversificación de los formatos y, sobre todo, la expansión masiva de plataformas virtuales destinadas a la gestión de la enseñanza y los aprendizajes. No obstante sus límites, esta novedad marca cierto desplazamiento de la concepción de las tecnologías como recursos aislados hacia la idea de convertirlas en un entorno para la enseñanza y el aprendizaje.

La virtualización de la enseñanza condujo al aumento del volumen de la experimentación pedagógica, la que fue favorecida por la priorización curricular, la atención a la diversidad de situaciones y la necesaria flexibilización de los formatos de la evaluación. Sin embargo, es necesario destacar que, en términos generales, aún persisten las prácticas transmisivas enmarcadas en la lógica de la enseñanza directa, si bien ahora están mediadas por los entornos virtuales. Las tecnologías demostraron su fortaleza para sostener el vínculo entre escuelas y familias, pero no pudieron romper la inercia de un modelo pedagógico todavía arraigado, incluso en aquellos casos donde las condiciones de conectividad eran adecuadas.

El retorno progresivo, parcial e intermitente a las aulas abrió nuevos desafíos asociados con el diseño de los denominados “escenarios combinados o híbridos”. Los avances en esta línea de innovación pedagógica fueron, sin embargo, muy acotados. La hibridación de la enseñanza requiere del desarrollo de condiciones institucionales que no estaban garantizadas, entre ellas, un acceso de calidad, modelos educativos consistentes, flexibilización de los regímenes académicos, junto con la construcción de capacidades docentes y directivas que propicien el ensamblaje del trabajo presencial y virtual.

Todos los países que participaron en este estudio desarrollaron gran diversidad de iniciativas orientadas al acompañamiento durante la transición y a la construcción de capacidades TIC entre los docentes. El rasgo común de estas experiencias ha sido la focalización sobre las necesidades pedagógicas vinculadas con la enseñanza remota de emergencia. También se destaca la emergencia de redes de apoyo y de comunidades de práctica virtuales. La evidencia señala que, como resultado de este proceso, las capacidades digitales de muchos docentes se incrementaron, fijando un nuevo piso para pensar las políticas de formación en el futuro.

Por otra parte, la pandemia puso en marcha diversas iniciativas relativas con la gestión de la información educativa destinada a aportar insumos para el gobierno del sistema y para apuntalar el proceso de toma de decisiones. De hecho, las plataformas digitales adquirieron un rol clave en relación con el registro, el procesamiento y la sistematización de la información. Podría decirse que esta ha sido una de las líneas más novedosas de esta etapa, aunque sus avances son por ahora limitados.

Un aspecto preocupante que merece una alerta es que solo en algunos países se identificaron nuevas líneas de acción que tendieran a facilitar la apropiación digital por parte de colectivos vulnerados (entre ellos, los grupos de niñas y mujeres, el estudiantado con diferentes tipos de discapacidad, las comunidades indígenas y las poblaciones rurales) y de la primera infancia. En términos generales, las iniciativas en esta esfera fueron acotadas y se limitaron a ampliar las líneas preexistentes.

Desde el punto de vista de la gestión, es posible afirmar que el fortalecimiento de la intersectorialidad y la ampliación de la red de actores no gubernamentales constituyen uno de los principales hallazgos de este tiempo de forzada inmersión en la virtualidad. En particular, la intensificación de las alianzas público-privadas fue clave en la búsqueda de soluciones para la conectividad, la producción de contenidos, el desarrollo de plataformas digitales y la formación docente, en un contexto de restricciones presupuestarias crecientes.

Sin duda, la situación de emergencia puso un paréntesis a las discusiones de los últimos años acerca del sentido de las políticas digitales educativas, para volver a focalizar en el reconocimiento de las persistentes desigualdades de nuestras sociedades, junto con la necesidad de recuperar y/o fortalecer políticas de inclusión digital que apuntalen la igualdad de oportunidades en los sistemas educativos de la región y que coloquen a las poblaciones vulnerables en el centro de las estrategias diseñadas e implementadas. Sin embargo, también se necesita recuperar una mirada prospectiva que piense la proyección de la escuela en la sociedad digital y, al mismo tiempo, que imagine su rol en la construcción de sistemas educativos más flexibles y resilientes frente a eventuales escenarios de crisis.

Los países necesitan construir una visión integral y sostenible de la inclusión digital educativa no solo alineada con las políticas del sector educativo sino también con las políticas de transformación digital de los Estados. Ello requiere de consensos que puedan sostenerse más allá de los cambios de las gestiones gubernamentales y una dirección centralizada pero abierta a las estrategias ascendentes. Además de priorizar el acceso, se precisa fortalecer los sistemas de información para favorecer la toma de decisiones y definir procesos de análisis y circulación permanente de resultados, que agreguen valor a los diferentes usuarios de la información.

Avanzar en la transformación digital de los sistemas educativos demanda inversiones sostenidas y esta situación es especialmente problemática en contextos de restricción presupuestaria como los que presentan todos los países de la región. Las decisiones sobre el financiamiento no son exclusivamente técnicas sino también políticas. Una evaluación rigurosa de la relación entre costos y usos efectivos permitiría una mejor administración de los recursos, que siempre son escasos.

La flexibilidad parece ser un rasgo clave que caracteriza el diseño de las experiencias de aprendizaje, tanto en el presente como en el futuro. Esta cualidad se extiende a las decisiones sobre el acceso a los dispositivos y a la conectividad, el régimen académico, la acreditación de los aprendizajes y la formación docente. En este sentido, es evidente que los ajustes curriculares deben avanzar en la revisión de los modelos pedagógicos, hacia nuevos diseños donde las tecnologías puedan expresar su potencial para la creación, la construcción colectiva y la expresión de la diversidad.

En este contexto, en que el trabajo de docentes y directivos debe ser valorado en todas sus modalidades, aún se precisan orientaciones claras sobre la función de la actividad didáctica en la virtualidad, el uso de las plataformas y herramientas digitales y la planificación pedagógica e institucional. El nuevo modelo de formación polifónica, favorecido por el surgimiento de redes colaborativas, puede apuntalar la gestión de la enseñanza y los aprendizajes en los nuevos escenarios en línea, fuera de línea y combinados, incluyendo las habilidades socioemocionales, sobre todo en contextos extraordinarios.

El presente estudio comparativo permite postular que el contexto de crisis provocado por la pandemia de COVID-19 ha posibilitado la expansión, aceleración y profundización del rol de las tecnologías digitales en los sistemas educativos de la región. Sin embargo, la enseñanza mediada por entornos digitales representó un desafío que, en la mayor parte de los casos, solo pudo ser abordado de manera parcial y limitada, debido a condiciones preexistentes de distinta índole. La evidencia de estos límites plantea un nuevo escenario desde donde reflexionar sobre la urgencia de la integración de las tecnologías como recurso imprescindible para el presente y el futuro de una educación inclusiva, equitativa y de calidad.