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Tierra Grata, un ejemplo de la construcción de paz

Countries
Colombia
Sources
UNVMC
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Es una de las veredas creadas tras los acuerdos con las Farc. Allí rehace su vida Yarledys Olaya.

Tierra Grata no solo es el nombre de la vereda a donde llegó Yarledys Olaya en noviembre de 2016 en Manaure, Cesar. También podría ser un buen título para su propia historia, esa que comenzó hace 5 años, cuando se firmó el acuerdo de paz.

Era un mediodía en ese punto entre la serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta, en los límites con Venezuela. Ella había llegado después de recorrer monte y trochas por más de un mes, pero el último tramo lo hizo a bordo de un vehículo carpado, como la mayoría de los 168 guerrilleros que llegaron a Tierra Grata. Cuando se bajó del carro, se tapó la cara con una pañoleta verde que tenía grabada la sigla de las Farc, no quería que la vieran, temía por su vida. Dos meses antes se había firmado el acuerdo de paz entre el Gobierno y esa guerrilla.

“Esta no fue mi decisión personal, fue una decisión colectiva, eso sí, concertada y transparente. Pero fueron momentos de sacrificio, marchas duras, hasta que llegamos aquí. Pensé, vamos a seguir construyendo la vida de otra manera, lo bueno es que ya no veré más caer compañeros como me tocó verlos, pero la realidad fue otra”.

Yarledys vestía un uniforme camuflado, botas, camiseta negra y traía un morral en la espalda y un fusil al hombro, que se acomodaban de manera perfecta a su cuerpo, quizás porque los había portado por muchos años.

Cuando se dispersó la nube de polvo que dejaron los carros al partir, pudo ver el desolado lugar: una vieja casa de finca, entre la tupida vegetación. Un pedazo de tierra había sido limpiado, para dar espacio al futuro campamento. En una zona cercana, había instaladas carpas de la ONU, para el personal internacional que había verificado el cese del fuego y que verificaría la dejación de armas. Alrededor, había integrantes del Ejército y la Policía, estos últimos, para ella, los adversarios de una guerra que había durado más de medio siglo.

Yarledys y sus compañeros construyeron un campamento como los que hacían en la selva. “Había mucha desconfianza, yo siento que nos veíamos reservados, ariscos, pero igual nos relacionábamos”.

La nueva vida

Unos seis meses después, cuando ya varios exguerrilleros habían dejado sus armas (las entregaron a la ONU), el Gobierno, con mano de obra de personas en proceso de reincorporación, había construido unos campamentos temporales, con 18 alojamientos y 168 habitaciones de 6 por 4 metros, levantados con en drywall y tejas de zinc.

Ese espacio se llamó primero PPT (Punto de Preagrupamiento Temporal), luego ZVTN (Zonas Veredales Transitorias de Normalización) y, por último, cuando ya estaban finalizadas las obras, Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR).

Estos fueron pensados provisionalmente, pero como la mayoría no tenía a dónde ir, allí se arraigaron y hoy la vereda Tierra Grata es uno de los 24 territorios de reincorporación. Unas 300 personas habitan en ella, entre excombatientes y familiares, tanto los nacidos allí como los que regresaron a acompañar a los excombatientes en su reincorporación. En total, unos 2.500 excombatientes habitan estos ETCR, pero, en el proceso, suman 13.000.

Hija de la guerra, hija de la paz

Yarledys, por ejemplo, reconoce que, a pesar de la guerra, ella tuvo la oportunidad de tener una hija cuando estaba en la guerrilla, Yakana, a la cual tuvo que dejar muy pequeña con un familiar. Dos meses después de llegar a Tierra Grata la pudo volver a ver. “Ese primer encuentro fue bastante complejo; para mí, fue muy emocionante, pero para ella fue un poco impresionante al verme uniformada y rodeada de compañeros de la misma manera”, recuerda.

Después del encuentro, la niña volvió a irse. Solo siete meses después empezarían a restaurar su relación para luego poder volver a estar juntas. A los dos años de reincorporarse a la vida civil, Yarledys tuvo a Yaquelín, una nueva hija que, como otros 65 niños más nacieron en Tierra Grata después de la anhelada paz con las Farc.

“Yakana es mi hija de la guerra y Yaquelín, mi hija de la paz”, dice Yarledys, quien agrega orgullosa que “en el momento que llegamos a nuestra nueva vida no hubo un grupo que llegara sin la presencia de mujeres; eso quiere decir que en la guerra jugábamos un papel fundamental, y ahora en este nuevo momento es igual nuestro liderazgo por la paz: sentimos que este proceso es nuestro y por eso estamos dispuestas a aportar hasta la última gota de sudor por él”.

Ahora, cuando han pasado más de cinco años, esta mujer indígena barí de 38 años y un cuerpo atlético formado por la guerra es la presidenta de la junta de acción comunal (JAC) de la vereda Tierra Grata y participa en mecanismos de coordinación con la Fuerza Pública y la ONU, que tienen que ver con las garantías de seguridad.

Además, trabaja en pro del proyecto que ella considera más importante para los excombatientes, que es el proyecto de vivienda, del cual existe una casa modelo, un salón comunal y el trazado de las calles de lo que será una ciudadela de paz. “Llevamos cinco años viviendo en un alojamiento, de seis por cuatro metros, créanme que no es fácil compartir este espacio con hijos y familiares, por eso desespero de construir una vivienda digna”.

Yarledys, además, trabajó en la electrificación de la zona, que fue realizada por autogestión de los excombatientes y fue líder de un proyecto apoyado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que permitió la instalación de un acueducto comunitario. Este es el que más recuerda y del que más se siente orgullosa.

El agua

En la serranía del Perijá se reúnen alrededor de una olla al fuego un centenar de personas que en otros tiempos estuvieron alejados por la guerra. Excombatientes de las Farc, sus familias y habitantes de la zona, así como soldados del Ejército, conviven ahora al borde de un precipicio. Cargan tuberías de tres pulgadas de diámetro a lo largo de casi nueve kilómetros de terreno escarpado, como parte de la labor que llevan a cabo juntos en un proyecto para llevar el suministro de agua apoyado por la FAO.

Les llevó meses de duro trabajo levantar la canalización, colocarla en su sitio, enterrarla y conectarla a un río local que proporciona un suministro de agua.“Lo más bonito que recuerdo es que las instituciones y las personas que no nos podíamos ver antes, por la guerra, ahora podemos trabajar juntos”, recuerda Yarledys.

Las comunidades aledañas de cierto modo sintieron temor cuando llegaron los excombatientes a la región, porque pensaban que podría volver la violencia, pero pasó el tiempo y ahora todo es distinto. Primero porque los excombatientes y las comunidades se han integrado de forma armónica y segundo porque han trabajado juntas en iniciativas productivas que han beneficiado directamente a la población, como el proyecto del agua y la electrificación.

Gracias a proyectos como este hoy Tierra Grata es un territorio de paz, que poco dista de un poblado rural del país. Tiene un billar, cancha de fútbol, parque infantil, un pequeño centro de salud, restaurante, tienda de abarrotes, un proyecto de turismo, uno de gallinas ponedoras, otro de ganado y una sastrería.

“Mi futuro –concluye– me lo pinto aquí. Me pinto envejecer. Llegué aquí con quinto de primaria; hoy soy bachiller. En un par de años me pinto mostrando el cartón de socióloga, porque empecé a estudiar. Este proceso no ha sido fácil, ha habido víctimas de lado y lado, pero aun así he tenido la oportunidad de tener a mi familia. Por eso queremos seguir construyendo y apostando a la paz, no solo para la población en reincorporación, sino una paz colectiva para el país y la sociedad”.

Los territorios nuevos de la paz

Al igual que Tierra Grata (en Manaure, Cesar), que fue conformada como vereda por acuerdo municipal desde el 2018, muchos de los 24 espacios de reincorporación están en proceso de formalización en el país.

En Fonseca, La Guajira, por ejemplo, este año se formalizó la vereda La Unión, en el corregimiento de Conejo, donde un grupo de excombatientes y comunidades aledañas adelantan sus proyectos productivos.

Jorge Quintero
Oficial de Información Pública
Misión de Verificación de la ONU en Colombia