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Plan Estratégico del PMA para 2022-2025

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WFP
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Resumen

Hoy en día el mundo es más complejo e inestable que hace cinco años. El hambre va en aumento: hay 270 millones de personas afectadas por la inseguridad alimentaria aguda y la carga de la malnutrición a nivel mundial sigue siendo enorme. Esta espiral descendente se ve impulsada por las nuevas guerras y los conflictos no resueltos, la crisis climática mundial y las perturbaciones económicas recurrentes, como los trastornos económicos causados por la pandemia de enfermedad por el coronavirus de 2019 (COVID-19). A este panorama sombrío se suman el retroceso en la erradicación de la pobreza, la creciente desigualdad y el vertiginoso aumento del número de personas obligadas a desplazarse.

El PMA se enfrenta al reto de un mundo que se está alejando del objetivo del Hambre Cero en lugar de avanzar hacia él. A las repercusiones de las perturbaciones y los factores de perturbación se suman las vulnerabilidades estructurales —déficits en ámbitos clave del desarrollo y sistemas alimentarios insostenibles—, que suponen grandes obstáculos para invertir esta tendencia. La compartimentación de las estructuras orgánicas, el desempoderamiento de las comunidades y otras limitaciones a la aceleración de las actuaciones exacerban aún más la situación. Además, la costosa respuesta mundial a la pandemia de COVID-19 limita los recursos disponibles para ampliar y extender la asistencia y el apoyo a las personas más rezagadas. Sin embargo, no todo está perdido; además de las oportunidades que ofrecen la presencia del PMA en todo el mundo, sus capacidades y su acceso a los rincones más remotos y frágiles del planeta, hay tendencias prometedoras e innovadoras que pueden aprovecharse para aumentar el impacto. Además, el panorama operacional —orientado por el compromiso renovado con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la reforma de las Naciones Unidas, la resolución 2417 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Agenda para la Humanidad— sitúa al PMA y a sus asociados en una posición favorable para contrarrestar el avance del hambre.

El Plan Estratégico del PMA para 2022-2025 se basa en datos empíricos que ponen de relieve la capacidad del Programa para lograr avances reales en la lucha contra el hambre y señalan las esferas en las que se necesita una labor adicional. Estas recomendaciones y enseñanzas extraídas

se basan en el examen de mitad de período del Plan Estratégico para 2017-2021, la evaluación de la Red de Evaluación del Desempeño de las Organizaciones Multilaterales correspondiente a 2017-2018, exámenes externos y evaluaciones independientes; el PMA aprovechará estos conocimientos para mejorar la planificación y programación, así como para fundamentar el aprendizaje y la rendición de cuentas.

La visión del PMA, firmemente determinado a respaldar a los países en sus esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se centra en la erradicación del hambre y la malnutrición (ODS 2) y en el fortalecimiento y la revitalización de las asociaciones (ODS 17). Para ello, se velará por que las personas puedan satisfacer mejor sus necesidades alimentarias y nutricionales urgentes, obtengan mejores resultados en materia de nutrición, salud y educación y dispongan de unos medios de subsistencia mejores y sostenibles. Además, el PMA fortalecerá los programas y sistemas nacionales y garantizará que los actores humanitarios y de desarrollo sean más eficientes y eficaces. Los avances en la consecución de los demás ODS son fundamentales para lograr el ODS 2; de manera análoga, los progresos hacia la visión del PMA contribuyen a la consecución de los otros ODS.

La labor del PMA se regirá por una serie de principios y hará hincapié en centrar la atención en las personas y en promover los principios humanitarios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia operacional. El PMA dará prioridad a trabajar a través de los programas y sistemas nacionales, al tiempo que se adaptará al contexto y las necesidades de los países. Aprovechará las oportunidades para llevar a cabo una programación integrada y establecer asociaciones de colaboración, trabajando en el nexo entre la acción humanitaria, la asistencia para el desarrollo y la consolidación de la paz, así como para adoptar procesos de toma de decisiones y programación basados en los riesgos, y utilizar los datos empíricos para producir un impacto.

Los principales factores impulsores del hambre —los conflictos, la crisis climática y las perturbaciones económicas— también ofrecen oportunidades para renovar la actuación y el aprendizaje a través de las actividades de los programas que se combinan para lograr los efectos estratégicos del PMA.

i) Las personas están en mejores condiciones de satisfacer sus necesidades alimentarias y nutricionales urgentes. Salvar vidas en situaciones de emergencia es la máxima prioridad del PMA. El Programa se propone reforzar y mejorar su eficiencia y eficacia y responder sistemáticamente a las emergencias en el momento oportuno, con las competencias y el personal adecuados y de la forma apropiada.

Para ello, es preciso fortalecer la alerta temprana y la acción rápida y crear una fuerza de trabajo de primera clase, disponible para ser desplegada en las emergencias. En colaboración con sus asociados, el Programa también trata de ampliar su alcance, mantener el acceso a las poblaciones afectadas y prestarles asistencia alimentaria, nutricional y en efectivo con carácter urgente, centrándose con rapidez en los más vulnerables, a la escala requerida y prestándoles un apoyo de calidad. En la medida de lo posible, el PMA asumirá una función más orientada a la habilitación, para fortalecer las capacidades de intervención ante emergencia a nivel nacional y local.

ii) Las personas obtienen mejores resultados en materia de nutrición, salud y educación. Además de satisfacer las necesidades, el PMA aprovechará su versatilidad y trabajará con sus asociados para reducir estas necesidades, entre otras cosas, ampliando la labor encaminada a prevenir y tratar la malnutrición en todas sus formas y reforzando las redes de seguridad y los programas de asistencia social nacionales. Los esfuerzos desplegados por el PMA para garantizar que todos los niños aquejados por el hambre se beneficien de una comida nutritiva en las escuelas constituyen iniciativas emblemáticas que ofrecen posibilidades de apoyar la agricultura y los mercados locales y, al mismo tiempo, mejorar los resultados en materia de salud, nutrición y educación.

iii) Las personas disponen de medios de subsistencia mejores y sostenibles. El PMA cambiará la vida de sus beneficiarios al tiempo que salva vidas humanas mediante programas integrados y basados en los riesgos que contribuyan a aumentar la resiliencia de los hogares y las comunidades en contextos rurales y urbanos.
Mediante el escalonamiento de las actividades de creación de activos comunitarios y familiares y de apoyo a los mercados agrícolas en favor de los pequeños productores, las intervenciones de gestión de los riesgos climáticos y los programas de adaptación al cambio climático, el PMA y sus asociados ayudarán a las poblaciones afectadas por la inseguridad alimentaria a adaptarse y mejorar su calidad de vida y sus medios de subsistencia, a ser autosuficientes, y a resistir a las perturbaciones recurrentes y recuperarse más rápidamente.

iv) Se fortalecen los programas y sistemas nacionales. Salvar vidas y cambiar la vida de las personas depende tanto de lo que hace el PMA como de la manera en que lo hace. Siempre que sea posible, el Programa trabajará por conducto de los sistemas nacionales y de manera que estos se fortalezcan, en concreto, a través de los sistemas de preparación y respuesta en casos de emergencia y los sistemas alimentarios y de protección social. Para lograr un impacto a largo plazo, el PMA ampliará su papel de intermediario en la cooperación Sur-Sur y triangular a través de sus centros de excelencia, los despachos regionales y la Sede.

v) Los actores humanitarios y de desarrollo son más eficientes y eficaces. El PMA presta servicios valiosos a sus asociados en las esferas del transporte y la logística, las adquisiciones, las transferencias de base monetaria (TBM), la administración, la infraestructura, las soluciones digitales y el análisis de datos. Estos servicios se mejorarán aún más y se pondrán a disposición, previa solicitud, para aumentar la capacidad nacional y apoyar a los Gobiernos y a la comunidad de asistencia humanitaria y para el desarrollo. El PMA también dirige los módulos de acción agrupada de logística y de telecomunicaciones de emergencia y, junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), codirige el módulo de acción agrupada de seguridad alimentaria, en el marco del cual facilita la coordinación del sistema humanitario mundial al que presta servicios como último recurso.
El PMA aprovechará su posición internacional inigualable para abogar, tanto en el plano mundial como en el local, por las personas más rezagadas, y está decidido a aplicar cuatro prioridades transversales que permitirán optimizar la eficacia de sus programas. Al hacer hincapié en la protección y la rendición de cuentas a las poblaciones afectadas, empoderará a las personas para que expresen sus opiniones y preferencias, lo que propiciará un acceso seguro y digno a los alimentos, la nutrición y otras necesidades básicas. Al invertir en la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer y promoverlos, el PMA procura avanzar con miras a garantizar que todas las personas tengan igualdad de oportunidades, acceso a los recursos y voz en la toma de decisiones. El PMA integrará la nutrición a la escala debida mediante la inversión en programas, operaciones y plataformas que aborden los factores subyacentes e inmediatos de las dietas deficientes y la malnutrición, al tiempo que ampliará el acceso a los servicios de nutrición. Además, aplicará las mejores prácticas y mantendrá las salvaguardias ambientales para reducir toda repercusión negativa de sus actividades en el medio ambiente.

Invertir en el personal, fortalecer las asociaciones, aumentar y diversificar la financiación, utilizar datos empíricos, aprovechar la tecnología y fomentar la innovación: son estos los elementos constitutivos en los que se apoya el Plan Estratégico para 2022-2025. Los planes estratégicos para los países sirven de vehículo para contextualizar y aplicar la estrategia a nivel de los países, mientras que el Marco de resultados institucionales es la herramienta del PMA para hacer el seguimiento y presentar informes sobre las realizaciones y los avances en el logro de los objetivos mundiales y, por tanto, establece la cadena de resultados, desde la intención estratégica hasta el logro de los efectos sobre el terreno.