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Ecuador: un refugio del conflicto armado en Colombia

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Ecuador
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NRC
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Cinco años después de la firma del acuerdo de paz hay personas colombianas que huyen de sus hogares para buscar protección internacional en Ecuador. A pesar del cierre de fronteras por la pandemia, cientos de colombianos no tienen otra opción que arriesgarse a cruzar la frontera informalmente para salvar sus vidas.

Hasta junio de 2021 más de 70.500 personas habían sido reconocidas como refugiadas en el país, más del 97 por ciento de ellas eran de nacionalidad colombian. Muchas personas siguen huyendo para salvar a sus hijos e hijas del reclutamiento forzado en el país.

“Mamá, nos quieren llevar, nos van a matar” escuchó Monserrate* en medio de los gritos y el llanto de sus hijos. Venían corriendo hacia ella, huyendo de un grupo de hombres armados que los iban a reclutar a la fuerza.

Hay áreas geográficas en Colombia, donde grupos armados no Estatales amenazan y advierten a familias con niños y niñas que deben entregar a sus menores de edad para utilizarlos en el marco del conflicto. “En una reunión nos dijeron [los hombres armados] que, si tenemos 4 hijos, por ejemplo, ellos se llevarían 2 para educarlos y formarlos como el ejército del pueblo”, afirmó Monserrate.

El Conflicto armado en Colombia no da tregua y en algunas áreas del país la situación empeora. Las cifras no son alentadoras. Más de 110.000 personas han sido obligadas a desplazarse o han tenido que esconderse y confinarse en sus hogares para salvar sus vidas durante los primeros nueve meses del 2021. También, niñas, niños y adolescentes son amenazados, utilizados o reclutados forzosamente por grupos armados no estatales para perpetuar el conflicto armado y la violencia.

Monserrate vivía con sus hijos cultivando café, en un área rural del occidente de Colombia, antes de huir de su casa y dejar todo atrás. Hace 5 meses, en junio del 2021, toda su familia huyó para salvar a sus hijos e hijas de ser reclutadas a la fuerza.

La historia se repite

En su infancia, Monserrate y su familia habían sido obligadas a desplazarse, pero su hermana no se desplazó y la última noticia que tuvo de ella es que fue reclutada a la fuerza. Luego de 18 años, Monserrate sigue sin saber nada sobre su hermana y el recuerdo de ella le dio valor para no repetir esa historia con sus hijos. No lo pensó dos veces y huyó lo más lejos que podía.

“Cojo mis hijos y me voy sin rumbo fijo” recuerda. Sin comida ni dinero, rogó a personas para que les transportaran gratis fuera de aquel lugar. “Tenía mucho miedo de que nos encontraran, que nos bajaran del bus y que nos mataran”, dice.

Durante los tres días de viaje vivieron de la generosidad de personas desconocidas. Sin sentirse segura en Colombia, Monserrate llegó a la frontera colombo-ecuatoriana, queriendo escapar y con la esperanza de encontrar protección. Al llegar a frontera, ella y su familia cruzaron informalmente desde Colombia hacia Ecuador en unas lanchas de madera a través de un río.

Esta no era la primera vez que Monserrate salía de su país. Luego de su primer desplazamiento en 2011 ella migró a Venezuela donde comenzó a construir su vida desde cero. Seis años después decidió regresar a Colombia para que sus hijos crecieran en el lugar que la vio nacer.

Desplazada por segunda vez, sin conocer a nadie y con temor por no tener documentos, Monserrate comenzó su vida en Ecuador. “Cuando llegamos fue muy difícil, el primer día nos tocó dormir en el piso sobre una sábana”.

Entonces, su fortuna comenzó a cambiar. Monserrate recibió ayuda de organizaciones y de personas que le permitieron acceder asistencia humanitaria, a un techo donde dormir y a recursos económicos. Luego compró un asador y comenzó a vender comida en la calle, para el sustento de su familia. La vida cambió radicalmente entre junio y noviembre del 2021.

Han pasado cinco meses. Monserrate y su familia se sienten más seguras y sus hijos pronto irán a la escuela. A pesar de su sufrimiento y temor, Monserrate sigue siendo resistente y está decidida a cumplir los sueños que tanto guarda con esperanza, “tener un restaurantico o algo de comida. Quiero estar con mis hijos y que tengan los sueños que de pronto yo no tuve”, dice.

Como la familia de Monserrate hay cientos que siguen huyendo del conflicto armado en Colombia hacia Ecuador. Su desplazamiento entre fronteras es silencioso, pero la necesidad de ser protegidas es apremiante.

Es necesario continuar brindando protección internacional de las personas colombianas afectadas por el conflicto armado y que llegan a Ecuador para que sean acogidas, asistidas y accedan a sus derechos.