Перейти к основному содержанию

La urgente necesidad de priorizar a la primera infancia en el presupuesto

Страны
Парагвай
Источники
UNICEF
Дата публикации
Происхождение
Просмотреть оригинал

UNICEF lamenta la posible disminución de USD 17 millones de los recursos del FEEI

Desde el pasado 29 de octubre, cuando se anunció la decisión de la Comisión Bicameral de Presupuesto de recurrir a recursos del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), destinados originalmente a reducir brechas de inversiones en educación, investigación y primera infancia, para cubrir nuevos gastos rígidos y salarios destinados al Poder Judicial y a los partidos políticos, se ha generado un intenso debate sobre la pertinencia de esta decisión. Si bien es necesario invertir en diversas áreas, con base en la evidencia disponible, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) lamenta la posible disminución en 2022 de USD 17 millones de los recursos del FEEI, que se suma a una reducción de USD 23 millones en 2021, lo que afectaría sus loables objetivos fundacionales.

Los primeros años de vida son una oportunidad única para potenciar las habilidades de los niños y niñas de sentar las bases de una vida saludable. El mayor crecimiento del cerebro humano ocurre justamente en ese período. Según el Centro para el Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, a lo largo de los primeros tres años de vida se forma el 80% de las conexiones neuronales del cerebro y hasta el 75% de la ingesta de alimentos realizada durante esa etapa está destinada al desarrollo cerebral. Lo que sucede en los primeros años de vida afecta la niñez, la juventud y la vida adulta en aspectos tan claves como, por ejemplo, el desempeño escolar, la productividad, la salud o la capacidad de regular las emociones.

Por ello, la inversión en la creación de condiciones adecuadas para esa etapa de la vida tiene las tasas de retorno más elevadas en capital humano, con impactos multidimensionales y de largo plazo. De acuerdo con el premio Nobel de Economía, James Heckman, la tasa de retorno anual de las inversiones en el desarrollo de la primera infancia de calidad para los niños desfavorecidos se sitúa entre 7 y 10%, fruto de mejores resultados en educación, salud, sociabilidad, productividad económica y reducción de la delincuencia.

Asegurar el desarrollo óptimo en esta etapa sigue siendo un desafío para Paraguay. Los indicadores de primera infancia en el país están por debajo del promedio de América del Sur. De acuerdo a la “Encuesta de indicadores múltiples por conglomerados” (MICS), en 2016, la asistencia a programas de educación infantil temprana entre tres y cinco años ha sido del 31%, inferior al 54% del promedio regional. Además de registrar un promedio bajo, éste también es el resultado de un desigual nivel de asistencia entre los estratos de renta: apenas el 10% de los 20% más pobres ha asistido a la educación infantil temprana, mientras que, entre los 20% con mayores ingresos, el nivel de asistencia ha sido del 91%. De igual modo, apenas el 3% de los 20% más pobres cuenta con al menos tres libros infantiles en el hogar, indicador que se eleva al 61% entre el 20% con mayores ingresos. En salud, apenas el 10% de aquellos entre dos y tres años tienen completa su cobertura de inmunización. En protección social, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020 apenas el 8,2% de las madres con hijos recién nacidos percibieron prestaciones pecuniarias por maternidad.

La pandemia ha agudizado este cuadro previo de elevadas desigualdades de oportunidades para nuestros futuros ciudadanos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se ha registrado un aumento de la pobreza infantil, que pasó del 32,5% al 36,3% del total de niños, niñas y adolescentes entre 2019 y 2020. Ello refleja un aumento interanual de 12,6% en términos absolutos. La primera infancia ha sido especialmente impactada, variando de 31,4% a 36,7% el total de niños y niñas de hasta cuatro años en situación de pobreza, un aumento interanual de 15,6% en términos absolutos. Según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se estima que, a lo largo de los últimos 12 meses, el cierre de las instituciones preescolares paraguayas deberá implicar una reducción de los futuros ingresos de esos niños y niñas del orden del 5,2% del PIB a lo largo de su ciclo de vida. Todo ello indica que un mayor número de niños y niñas ha iniciado su ciclo de vida en pandemia partiendo de condiciones básicas de desarrollo más desiguales e insatisfechas.

A nivel global, UNICEF recomienda que los países destinen a la educación preescolar al menos el 10% de su presupuesto en educación. Sin embargo, en 2020, el Ministerio de Educación y Ciencias ha destinado el 2,4% de su presupuesto al financiamiento de la atención educativa en prejardín y jardín, lo que hace urgente una mayor inversión en este rubro.

En el caso de que la decisión de reorientar los recursos del FEEI no se rectifique, puede que ello no tenga mayores implicaciones en el corto plazo, pero, en el largo plazo, sin duda resultaría en hipotecar la posibilidad de ampliación del primer programa de desarrollo de la primera infancia a escala en el marco de “Kunu’u”, la estrategia nacional de atención integral a la primera infancia. Actualmente, el 74% de los aproximadamente USD 26 millones destinados a la educación inicial y a la primera infancia son financiados por el FEEI, siendo apenas el restante 26% proveniente del Tesoro. Ello nos debería interpelar como sociedad sobre la sostenibilidad presupuestaria de esas importantes iniciativas, que merecen ser encaradas como prioritarias y estratégicas.

Una financiación insuficiente en el desarrollo de la primera infancia y la educación inicial resulta contraproducente, dado que esta etapa formativa inicial tiene la capacidad de aumentar la eficacia de las inversiones en todos los niveles de la educación. La primera infancia y la niñez deben ser una causa nacional que incluya a la pluralidad democrática de actores sociales para alcanzar el acuerdo de objetivos moderados, a mediano plazo y específicos para cada contexto, tanto en materia de calidad como de acceso, y que puedan cumplirse simultáneamente con su debida dotación presupuestaria. Se trata de una acción fundamental para reducir las desigualdades en lugar de intensificarlas, logrando un mayor rendimiento de la inversión.

“Si cambiamos el comienzo de la historia, cambiamos la historia entera” ha sido uno de los lemas de “Kunu’u”, estrategia nacional de atención integral a la primera infancia. Por ello, apostar por el desarrollo de la primera infancia y de la educación inicial es el camino más corto para que nadie quede atrás.

La primera infancia y la niñez deben ser una causa nacional que incluya a la pluralidad democrática de actores sociales.
Rafael Obregón, representante de UNICEF en Paraguay