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Las mujeres y la paz y la seguridad - Informe del Secretario General (S/2021/827)

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I. Introducción

1. El presente informe se ha elaborado en cumplimiento de lo dispuesto en la declaración de la Presidencia de fecha 26 de octubre de 2010 ([S/PRST/2010/22])(https://undocs.org/es/S/PRST/2010/22)), en la que el Consejo de Seguridad solicitó que se presentaran informes anuales sobre la aplicación de la resolución 1325 (2000); la resolución 2122 (2013), en la que solicitó información actualizada sobre el progreso en todos los aspectos de la agenda relativa a las mujeres, la paz y la seguridad, destacando las deficiencias y los retos; y la resolución 2493 (2019), en la que se pidió reforzar las medidas para implementar la totalidad de la agenda. Asimismo, guarda relación con las directrices del Secretario General dirigidas a las Naciones Unidas y los cinco objetivos para la década definidos en los informes del Secretario General sobre las mujeres, la paz y la seguridad de 2019 y 2020, con especial atención al objetivo de invertir la tendencia al alza del gasto militar mundial para fomentar una mayor inversión en la infraestructura y los servicios sociales que respaldan la seguridad humana.

2. En octubre de 2020, la comunidad internacional conmemoró el 20º aniversario de la resolución 1325 (2010) del Consejo de Seguridad, relativa a las mujeres y la paz y la seguridad, en cientos de actos, en su mayoría virtuales, que se celebraron en todo el mundo. Para entonces, las repercusiones de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) tanto en la paz y la seguridad internacionales como en la igualdad de género ya eran devastadoras y todo indicaba que empeorarían. Un año después, se ha demostrado que este pronóstico fue, en gran medida, correcto. Por ejemplo, hay 100 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria a causa de los conflictos, frente a los 77 millones del año anterior. A finales de 2020, el número de personas desplazadas por la fuerza a causa de conflictos, crisis humanitarias, persecución, violencia y violaciones de los derechos humanos había aumentado a 82,4 millones, la cifra más alta de la que se tiene constancia y más de l doble que hace un decenio.

3. Entretanto, aunque la respuesta a la pandemia de COVID-19 demostró una vez más la eficacia de las mujeres en los niveles más altos de liderazgo, las mujeres siguieron teniendo una representación insuficiente en esa respuesta y en otros foros decisorios, fueron expulsadas de la fuerza laboral y la violencia contra ellas aumentó en todo el mundo en cuanto se instituyeron los confinamientos y las cuarentenas. Esta marginación tiene repercusiones negativas en la prevención y la recuperación de las crisis, así como en la paz y la seguridad internacionales en general. Casi un centenar de estudios indican algún tipo de relación entre la desigualdad de sexo y género y los resultados violentos .

4. La reciente toma del Afganistán por los talibanes ha atraído gran parte de la atención mundial. No obstante, en los meses previos, las Naciones Unidas ya habían documentado un número sin precedentes de asesinatos de mujeres afganas en 2020, entre los que se contaron los de activistas de la sociedad civil y periodistas, así como atentados contra académicas, vacunadoras e incluso juezas del Tribunal Supremo. Sin embargo, no hubo mujeres entre las personas encargadas de negociar con los talibanes en 2020. Cuando los delegados que representaban a los talibanes y al Gobierno del Afganistán se reunieron en Moscú en marzo de 2021 para negociar la paz, solo una mujer participó en las negociaciones. Esta yuxtaposición de la violencia contra las mujeres y sus derechos, por un lado, y su extrema marginación y exclusión, por otro, sigue siendo el eje de la agenda sobre las mujeres y la paz y la seguridad en 2021.

5. En el presente informe se incluyen otros ejemplos de deficiencias, sustentados por datos y análisis facilitados por entidades del sistema de las Naciones Unidas, como operaciones de paz y equipos de las Naciones Unidas en los países; aportaciones de Estados Miembros, organizaciones regionales y la sociedad civil; y análisis de otras fuentes de datos reconocidas a nivel mundial, algunos de los cuales se detallan a continuación:

a) En 2020, las mujeres representaban solo el 23 % de las delegaciones que formaban parte de procesos de paz dirigidos o codirigidos por las Naciones Unidas.
Si las Naciones Unidas no hubieran tomado esas medidas, esta cifra habría sido aún inferior;

b) Tras una tendencia descendente, comenzó a aumentar el porcentaje de acuerdos de paz que contienen disposiciones de género, pero la proporción del 28,6 % sigue siendo muy inferior al máximo del 37,1 % registrado en 2015. Ninguno de los acuerdos de alto el fuego concertados entre 2018 y 2020 incluía disposiciones de género;

c) Hasta el 31 de diciembre de 2020, eran mujeres solo el 5,2 % del personal militar que sirve en operaciones de paz, porcentaje inferior a la meta del 6,5 % que se habían fijado las Naciones Unidas para 2020;

d) Solo el 42 % de las más de 3.100 políticas adoptadas en todo el mundo para responder a las consecuencias sociales y económicas de la COVID-19 son sensibles al género, y se observa una proporción similar en los países que se encuentran en una situación de conflicto;

e) Los países que destinan una mayor proporción del gasto público al ejército han tomado un número significativamente menor de medidas para satisfacer las necesidades particulares de las mujeres y las niñas durante esta crisis a fin de contrarrestar las consecuencias de la pandemia ;

f) En la financiación humanitaria, los sectores que se ocupan de la violencia de género y la salud reproductiva solo recibieron el 33 % y el 43 % de los fondos solicitados, respectivamente, a diferencia de la financiación promedio del 61 % que reciben los llamamientos de las Naciones Unidas en general ;

g) En los países que se encuentran en una situación de conflicto o posconflicto, las mujeres solo ocupan el 18,9 % de los escaños parlamentarios, frente al porcentaje mundial del 25,5 %, que de todas maneras es demasiado bajo ;

h) La representación de las mujeres en la administración pública de los países que se encuentran en una situación de fragilidad o conflicto es, en promedio, de solo el 23 %, menos de la mitad del promedio de todos los demás países ;

i) Las mujeres solo representan una cuarta parte de quienes integran los equipos de tareas de lucha contra la COVID-19 examinados en 36 países que están en una situación de conflicto o posconflicto ;

j) En los países que se encuentran en una situación de fragilidad o conflicto, la ayuda bilateral destinada a las organizaciones y los movimientos que defienden los derechos de las mujeres sigue siendo sorprendentemente baja, muy por debajo del 1 %, y está estancada desde 2010 .