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La pandemia acelera la inseguridad alimentaria en el Caribe

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IPS
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KINGSTON, 5 abr 2021 (IPS) - El año pasado, la jamaiquina Jaxine Scott no pudo trabajar como cuidadora en una escuela primaria a causa de la pandemia. Un día, notó que un brote verde salía de un diente de ajo en su refrigerador. Decidió plantarlo y, para su sorpresa, prosperó.

Pensé: «Parece que tengo un pulgar verde, déjame plantar algo más», cuenta Scott a IPS. Ahora tiene un huerto en su patio trasero, en que cultiva pepinos, calabazas, melones, col china, tomates y varias verduras tropicales propias del Caribe insular anglohablante.

“Me hace sentir bien», dice. “Puedo ayudar a mis familiares y vecinos. Me ha permitido ahorrar dinero. No voy a parar, voy a seguir», asegura.

Scott, de 45 años, es solo una de los miles de habitantes de Jamaica que se han interesado por la horticultura, como una forma de pasar el tiempo durante el aislamiento social y, más importante, de ser más autosuficientes en lo que respecta a la alimentación y la nutrición.

Se trata de un paso pequeño pero importante para un país y una región en la que los árboles están cargados de frutas abundantes, pero mucha gente pasa hambre cada día.

Un estudio realizado en octubre de 2020 en ocho países del Caribe reveló que 40 % de las personas encuestadas sufría algún tipo de hambre, y 42 % de ellas decía que era de moderada a grave.

En la encuesta, realizada por la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica, con base en Kingston, participaron 2257 hogares de ocho países del Caribe insular y anglohablante: Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Jamaica, Guyana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago.

Otro estudio reciente, realizado por el Instituto Caribeño de Investigación Política, también con sede en Kingston, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), igualmente reveló en una encuesta realizada a 500 hogares jamaicanos, que 44 % de los entrevistados informó de que estaba experimentando escasez de alimentos,

De hecho, 78 % de los encuestados aseguró que sus ahorros podían durarles apenas cuatro semanas o menos.

La seguridad alimentaria es un término técnico que se refiere a la disponibilidad de alimentos nutritivos, y que las Naciones Unidas definen como tener «acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus preferencias alimentarias y sus necesidades dietéticas para llevar una vida activa y saludable».

Los riesgos para la seguridad alimentaria incluyen el aumento de los precios y la reducción de los ingresos, lo que obliga a los hogares a depender de porciones más pequeñas de alimentos menos nutritivos.

“Sospechábamos que la gente estaba reduciendo su consumo, especialmente en los hogares en los que el sostén de la familia estaba perdiendo su trabajo. Esto ha afectado mucho a algunos hogares. La gente está reduciendo el número de comidas que hacía», dijo a IPS Vanessa White Barrow, directora de la Escuela de Salud y Bienestar de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tecnología.

Las repercusiones de esta nueva realidad son muchas, entre ellas la desnutrición, la falta de energía, la obesidad como resultado de consumir alimentos más baratos pero poco saludables y una variedad de problemas de salud como la diabetes y la hipertensión.

“Lo que ha sucedido es que la brecha nutricional se ha ampliado como consecuencia de la covid”, aseguró T. Alafia Samuels, profesora del Instituto de Investigación Sanitaria del Caribe, de la Universidad de las Indias Occidentales, un centro de estudios superiores financiado por 15 países y territorios caribeños y con sedes en varios de ellos.

La académica analizó para IPS que “debido a la dependencia de muchos hogares de los alimentos procesados, la gente ha recortado (los alimentos saludables) y busca alternativas más baratas, lo que tiene consecuencias para la salud a largo plazo».

Esto afecta especialmente a los niños, que necesitan alimentos nutritivos para crecer y aprender adecuadamente. Además, los niños se ven confinados en sus hogares, aprendiendo en línea y perdiendo la actividad física que habrían tenido en la escuela.

La inseguridad alimentaria y nutricional es solo una de las duras consecuencias de la pandemia, que ha asolado las economías de una de las regiones más dependientes del turismo en el mundo.

Solo en Jamaica, con unos 2,8 millones de habitantes, al menos 50 000 personas han sido despedidas de la industria del turismo, cifra que probablemente sea aún mayor si se tiene en cuenta el empleo indirecto. Se estima que 135 000 personas han perdido sus empleos en total.

Se espera que el producto interno bruto (PIB) real del país para el ejercicio fiscal 2020-2021 se contraiga hasta 12 %, según el Banco de Jamaica, y el desempleo para octubre de 2020 afectaba al menos a 10,7 % de su población activa.

De acuerdo al Banco Mundial, el porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza era de 19,3 % en 2017, y aunque esta cifra había mejorado, con el impacto de la pandemia esa trayectoria se habría revertido abruptamente.

Teniendo en cuenta esta penuria, el gobierno ha introducido una serie de medidas de estímulo financiero para llegar a los más vulnerables, pero estas no son sostenibles. Además de las medidas financieras, el gobierno también se ha centrado en aumentar la seguridad alimentaria, un esfuerzo que existía antes de la pandemia, pero que desde entonces se ha intensificado.

Medidas contra la vulnerabilidad

En términos de impulsar la seguridad alimentaria y ayudar a la industria agrícola, el ministro de Agricultura y Pesca de Jamaica, Floyd Green, precisó que el gobierno va a invertir este año el equivalente a unos ocho millones de dólares.

La disminución de la demanda comercial, en gran parte por la caída de la actividad hostelera, ha perjudicado directamente al sector agrícola. El exceso de oferta y la falta de demanda impactaron a los agricultores y sus sistemas de producción, lo que a su vez erosiona la seguridad alimentaria.

“El reto de la covid es claramente la caída del mercado, que desanima a los agricultores a producir», dijo Green, antes de puntualizar que les preocupa que su oferta no sea absorbida.

Con esta idea, el gobierno creó un programa de recompra de productos, que encontró nuevos clientes para los agricultores, lo que ha ayudado.

El ministro aseguró que “con la llegada de la covid vimos un descenso inicial de la producción, pero volvimos a una posición de crecimiento general, y ahora vemos un crecimiento anual.

En última instancia, Green afirmó que la covid ha obligado a la gente a incrementar su autosuficiencia. “La covid ha vuelto a poner de relieve en la mente de la gente la necesidad de ser más autosuficientes en lo que respecta a la alimentación”, dijo.

«Una parte de lo que hemos estado haciendo es tener que adoptar un enfoque crítico para analizar nuestro costo de importación, y qué podemos hacer qué podemos crecer de manera eficiente para reducir la factura de importación”, explicó el ministro.

“Tenemos un doble enfoque, no solo nos centramos en la factura de importación, sino en los ingresos por exportación. Tenemos que tratar de aumentar los ingresos de exportación, ya que somos un pequeño Estado insular que no puede producir de forma eficiente», afirmó.

Para ello, el gobierno jamaiquino quiere fomentar la producción de jengibre, cúrcuma, cacao, café, aceite de ricino y mangos, todos ellos demandados por su calidad superior.

«Queremos incentivar aún más a algunos de nuestros agricultores para que se dediquen a algunos de estos cultivos. Lo que se verá ahora en los próximos tres años es un impulso decidido hacia la estimulación de las exportaciones», detalló el ministro.

En cuanto al suministro local de alimentos, Green lo consideró más que suficiente.

El problema, sin embargo, es la falta de poder adquisitivo, especialmente en los últimos tiempos como consecuencia de abrupta recesión económica. «Nuestro reto es reactivar la economía para que la gente pueda recuperar el poder adquisitivo», señaló el ministro.

Con ese fin, Green menciona un programa de horticultura de traspatio en el que 2500 familias de todo el país, con un enfoque mayoritario en las zonas urbanas, recibieron un kit con todas las herramientas necesarias para empezar un huerto y ser más autosuficientes.

Esta es una de las medidas para lograr la seguridad alimentaria, explica a IPS el vicepresidente de la Sociedad Agrícola de Jamaica, Denton Alvaranga.

«Muchas personas están en casa con mucho tiempo libre, las personas mayores, de mediana edad, están en casa, los niños están en casa, y la mayoría de las veces, tienen muy poco que hacer”, explicó como un elemento que ayuda al incremento de los huertos familiares.

“Sería muy útil en este momento volver a hacer hincapié en el programa de horticultura de patio», afirmó el dirigente gremial. «Esto es muy, muy útil y oportuno cuando se ve que muchas cosas se pueden cultivar localmente en nuestro patio trasero y mucha gente tiene mucho espacio» para dedicar a producir alimentos, explicó.

Además de los huertos de traspatio, tanto Samuels como Barrow-White destacan que los programas gubernamentales para identificar y llegar a las comunidades y familias más vulnerables resultan indispensables para aumentar la seguridad alimentaria.

Samuels trabaja actualmente con las iglesias jamaiquinas de diferentes confesiones para desarrollar una base de datos que permita identificar a este grupo impactado especialmente por la crisis socioeconómica de la pandemia.

El plan es el de replicar las intervenciones que han funcionado en las diferentes iglesias, pero sistematizando el proceso para saber quiénes son los vulnerables y cómo llegar adecuadamente a ellos con apoyo directo.

“Se necesita algún tipo de organización, no se puede salir a buscar a las personas una por una», dijo la especialista.

T: MF / ED: EG