ReliefWeb

PANORAMA

A pesar de que Latinoamérica y el Caribe tiene más casos COVID-19 que cualquier otra región del mundo, los gobiernos de la región han empezado a flexibilizar varias restricciones para reavivar economías diezmadas por el impacto de las medidas de confinamiento aplicadas para frenar la propagación del virus. Mientras los países buscan un equilibrio entre la reactivación de sus economías y la gestión de futuras olas de infección, millones de personas en la región, incluidos migrantes y refugiados, siguen haciendo frente a las consecuencias de las limitaciones de acceso a sus medios de vida y a la seguridad alimentaria.

MEDIOS DE VIDA

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región se enfrenta a una década perdida, ya que los recursos nacionales encaran aumentos de pobreza, desempleo y deuda, lo que puede llevar a medidas de austeridad. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que Latinoamérica y el Caribe ha perdido casi 500.000 millones de dólares en ingresos laborales durante los tres primeros trimestres de 2020. Aunque no es la pérdida más alta del mundo, sigue siendo un 10,1 por ciento del PIB, más que cualquier otra región. OIT además indica una pérdida media trimestral de más de una quinta parte de horas laborables, la pérdida más alta del mundo. La región ha perdido casi 150 millones de puestos de trabajo en los primeros nueve meses del año, lo que supone un duro golpe para los medios de vida, lo que probablemente dará lugar a múltiples necesidades a largo plazo.

SEGURIDAD ALIMENTARIA

El impacto de las restricciones ha creado mayores necesidades de seguridad alimentaria en toda la región. UNICEF en Guatemala informa que una de cada cuatro familias encuestadas ha eliminado una comida diaria por limitado acceso alimentario. Los esfuerzos del PMA en Colombia y Ecuador se enfrentan a retos como el cierre de cocinas comunitarias y la suspensión de programas de bonos por los cierres fronterizos. Los socios del Caribe, cuyas economías dependientes del turismo sufren por las restricciones de viaje, informan que más personas omiten comidas, comen menos y tienen dificultades para comer lo suficiente.

MIGRANTES & REFUGIADOS

Los migrantes, los refugiados y los retornados sufren desproporcionadamente por la crisis COVID-19, obligando a que la respuesta para estas poblaciones aborde varios impactos indirectos de la pandemia, además de las necesidades básicas comunes a la mobilidad humana. Más de la mitad de las 19.000 personas asistadas por socios de Albergues en Honduras durante la crisis han sido retornados, por ejemplo. Socios R4V del Cono Sur (Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay) reportan que el impacto de COVID-19 en los medios de vida, alojamiento y alimentación de migrantes y refugiados representa casi el 90 por ciento de sus actividades.