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Dar marcha atrás con la prohibición de las minas antipersonal pone en grave peligro a la población civil

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ICRC
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Ginebra - El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) lamenta la decisión del Gobierno de Estados Unidos de flexibilizar las restricciones al empleo de minas antipersonal por parte de sus fuerzas militares. Tras décadas de uso, estas armas han dejado una huella muy profunda que se manifiesta en muertes, heridas y sufrimiento. En la actualidad, más de 60 millones de personas civiles aún viven con un temor permanente a causa de las minas terrestres y los restos explosivos de guerra. La reintroducción de minas antipersonal en cualquier arsenal militar podría elevar el nivel de esta amenaza.

Se define mina antipersonal como una "mina concebida para que explosione por la presencia, la proximidad o el contacto de una persona, y que incapacite, hiera o mate a una o más personas". Es decir, no distingue entre soldados y personas civiles. Incluso las minas antipersonal no persistentes (llamadas minas "inteligentes"), mientras están activadas, ponen en riesgo de manera indiscriminada a las personas civiles.

En los casos en los que no provocan la muerte de forma inmediata, las minas ocasionan heridas sumamente graves y derivan en discapacidades de por vida. Mucho tiempo después del fin de una guerra, pueden seguir causando muertes y mutilaciones, al tiempo que obstaculizan el acceso a servicios esenciales, vuelven inutilizables amplias superficies de terrenos valiosos, ponen en peligro la producción alimentaria y destruyen medios de subsistencia, a veces, por décadas enteras.

A raíz de su experiencia directa en la prestación de ayuda a las víctimas en países afectados por minas, el CICR ha sido un firme partidario de la prohibición del empleo, el almacenamiento, la producción y la transferencia de minas antipersonal, establecida en la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal de 1997. Nuestra posición en contra de todos los tipos de minas antipersonal se consolidó como uno de nuestros pilares en 1994, año en el cual hicimos un llamamiento público mundial para que se prohibieran estas armas.

El CICR seguirá priorizando y haciendo hincapié en la asistencia a las víctimas, la educación sobre los peligros de las minas, la reducción de riesgos y la cooperación con socios especializados en remoción, incentivando, al mismo tiempo, a los Estados a no emplear estas armas de efectos indiscriminados. Asimismo, seguiremos instando a los 33 Estados que aún no son Parte en la Convención a adherirse a este instrumento fundamental.

### El CICR y la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal

La campaña para prohibir las minas antipersonal constituye una de las iniciativas humanitarias más importantes de los últimos treinta años. El CICR, junto a los Gobiernos, la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres y la Organización de las Naciones Unidas, impulsaron la prohibición integral del empleo, del almacenamiento, de la producción y la transferencia de estas armas. Los Estados respondieron aprobando la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal, en virtud de la cual se comprometen a ayudar a los cientos de miles de víctimas, a establecer objetivos claros para la remoción y a destruir los depósitos de estas armas.

Hoy, más de veinte años después de la adopción de la Convención, se han logrado avances sustanciales. Sin embargo, persisten grandes dificultades, sobre todo por el aumento de víctimas civiles, en los últimos años, por el empleo continuo de minas antipersonal, especialmente las improvisadas; la remoción de minas que aún quedan en la tierra; y la mitigación del sufrimiento de las personas heridas y sus familiares.

Para responder a este tipo de problemas, la Cuarta Conferencia de Examen de la Convención, celebrada en Oslo, Noruega, en noviembre de 2019, aprobó el Plan de Acción de Oslo, que establece pautas de alcance mundial para contrarrestar la amenaza de las minas antipersonal y coordinar la asistencia a las víctimas.